jueves, 21 de mayo de 2015

Vuelta a Tokyo y Nikko


De regreso en Tokyo nos sentíamos como en casa. Volvimos a nuestro hotel del principio y ya nos movíamos perfect en la ciudad, lo que nos permitió usar mucho mejor nuestro tiempo. Ese día partimos a Nakano Broadway, un sector tipo Eurocentro o Portal Lyon donde para variar dimos mil ochocientas vueltas buscando juegos, libros y figuritas de nuestros monos favoritos. Ahí entramos a todas las tiendas posibles, incluyendo los famosos Mandarake, que son como tiendas especializadas en mil cosas: Mandarake de juegos, Mandarake de mangas, Mandarake de juguetes retro, Mandarake de figuras coleccionables, Mandarake solo para niñas, y así, cualquier cosa que se les ocurra, todo de segunda mano, lo que en japo es decir que es prácticamente nuevo, a veces con la caja un poco machucada o con un folleto explicativo menos, pero todo realmente impecable y harto mas barato que cuando están nuevos.

Ese día se redujo principalmente a las compras. Después de estar varias horas en Nakano, entramos a una mega juguetería a buscar uno que otro souvenir y después nos fuimos a la casita temprano, porque al día siguiente teníamos programada la ultima salida de todo el viaje....snif!!!!

Y así fue como al otro día despertamos con las pilas mas repuestas para viajar a Nikko, una localidad al norte de Tokyo, full verde, muy parecido a Takayama y mas pueblerino, obviamente lleno de templos de la época Edo, que es como la época de oro del Japón tradicional, donde evoluciono el Estado, el Arte, la Arquitectura y el orden cívico gracias a Ieyasu Tokugawa (ya les habíamos hablado de este mítico en otro post, es famoso acá). De hecho, en esta localidad esta ubicado su mausoleo y varios templos en su honor.

Pero antes de eso, decidimos pasar a comprar los tickets para el tren expresso camino al aeropuerto de Narita, los que se adquirían en la estación de Ueno, lugar donde nos dejaría el busesito de acercamiento de nuestro hotel. La super sorpresa del momento fue que después de comprar los tickets para las 7 de la mañana revisamos los pasajes de vuelta a Paris y nos dimos cuenta que habíamos estado equivocados todo el viaje respecto a la hora de salida del vuelo, y que en vez de las 10:30 am, la hora de salida era a las 22:30 pm, lo que nos regalaba prácticamente un día completo mas en Tokyo!!!! Así que después de revisar mil veces y de cambiar el ticket que recién habíamos comprado (menos mal no tuvimos problemas) nos fuimos corriendo a tomar el tren hacia Nikko, con la sensación de que aun teníamos días para disfrutar y recorrer Tokyo sin ningún apuro.

El tema es que partimos en nuestro ultimo Shinkansen del viaje rumbo a Nikko y cuando llegamos empezamos inmediatamente a recorrer un templo que estaba en reconstrucción, pero que mostraba sus estatuas y varias partes del templo expuestas como en un museo, lo que lo hacia aun mas interesante, porque podías ver grandes Budas y estatuas de Kannon muy de cerca, con sus detalles, colores y dimensiones tal como son, algo realmente muy impactante.

Al salir de ese templo nos topamos con un montón de gente que esperaba ordenadita al costado de un camino, y nos dimos cuenta que justo ese día era el festival del santuario Toshogu (en honor al mítico), un desfile enorme de 1000 personas con trajes típicos, vestidos de samurais, de monjes, disfrazados como gente de la realeza, varios caballeros a caballo, llevando estandartes y palanquines ultra adornados, todo demasiado bonito!!!! El desfile pasaba por la calle que llegaba al templo, donde todo el mundo estaba atento a los detalles y a la enorme cantidad de gente -entre ellos ancianos y niños- que participaba en el festival. Lo curioso, es que esta vez no había mujeres, nada de geishas ni cortesanas, solo guerreros, monjes y personajes que eran parte de la estructura estatal del Shogunato de Tokugawa.

Después de presenciar ese mega espectáculo entramos directo al templo Toshogu y admiramos sus enormes construcciones ultra adornadas con dragones, campanas, puertas gigantescas y su gran extensión, que abarcaba casi la totalidad de la cima de una pequeña colina. Una de las cosas interesantes de esa visita fue el Salón del Dragón Rugiente, una parte del templo adornada con un enorme dragón pintado en el techo, donde un guía que incluso hablaba un poco español, nos mostraba que al golpear algo en cualquier parte del salón no había eco, pero al ubicarse bajo la cabeza del dragón, se producía una gran amplificación del sonido, uno de tantos detalles que estos locos japos incorporan en sus construcciones. Lo mejor de todo, es que el guía nos dijo en su buen español que si mirábamos el dragón seriamos felices, así que desde ahora en adelante somos mucho mas felices de lo normal, jajaja :)

Posteriormente, y como habíamos aprendido la lección de que los Japos cierran temprano, recorrimos los demás templos antes de almorzar, porque así no estábamos apurados y podíamos contemplar con mas atención los detalles de cada construcción. El siguiente templo al que entramos se llamaba Taiyuin, estaba situado en medio de la naturaleza y era bastante parecido al anterior, pero un poco mas pequeño, así que después de recorrerlo y admirar todo el entorno, bajamos hacia el pueblo para comer y regresar a Tokyo, despidiendonos así de los últimos templos de todo nuestro viaje.

Al llegar a Tokyo nos compramos dos latitas de cerveza y nos quedamos conversando y celebrando el viaje, con la tranquilidad de que al otro día no tendríamos que despertar temprano, pues habíamos dejado ese pen-ultimo día para hacer compras y ver los últimos detallitos antes de volver.



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