miércoles, 6 de mayo de 2015

Tokyo increíble!!!


Los desayunos en Japón son una cosa muy rara, pero como están incluidos y nos sirven para ahorrar, todo vale. El menú es algo así como arroz (obvio), repollo con zanahoria, unos fideos raros, sopas y a veces unas bolitas de carne tipo albóndigas. Lo bueno es que te dan toda la energía necesaria para resistir muchas horas recorriendo antes de volver a sentir hambre.

El segundo día en Tokyo empezó con un viaje a Shinjuku, un sector tipo provi o Las Condes, con muchos rascacielos, hartos locales para comer y mucho movimiento. El atractivo principal -o al menos a lo que nosotros queríamos ir- era el gobierno metropolitano, algo así como la intendencia, pero en un edificio gigante donde se puede subir gratis al mirador en el piso 45, desde donde se ve una panorámica en 360 de una buena parte de Tokyo.

Después de recorrer un rato, volvimos a tomar el metro ahora hacia el parque Yoyogui, pero antes de llegar tuvimos que cruzar por una zona de grandes tiendas de ropa donde el desfile de japos exóticos era impresionante. Había para todos los gustos: japonesitas vestidas como niña bien, con arito de perla, blusas, faldas hasta las rodillas, calcetines cortitos y zapatillas (acá casi todos ocupan zapatillas tipo converse o vans); japos ultra fashion con los pelos teñidos y ropas exóticas y apretadas; las dirty japos, con faldas mega cortas, mega tacos y mucha pintura en la cara; los que van en un yate, con poleras ralladas azul y blanco, pantalones blancos y mocasines; los puketas-góticos, vestidos de negro apretado y con cara de malos y los típicos otakus vestidos con la ropa de su anime favorito, algo así como los ñoños que van al eurocentro.

La masa humana de japos era tan grande que durante un buen rato intentamos salir del caos y encontrar un lugar para almorzar sin tener que hacer colas enormes (acá se hacen colas para todo), hasta que por fin descubrimos un super restaurante de hamburguesas hawaianas donde sonaba música polinesica, habían palmeras al interior y se veían en la tele las imágenes de las playas calentitas de la costa Hawaiana. Una experiencia acorde al sector freak en el que nos encontrábamos.

Después de comernos nuestras super hamburguesas, recorrimos algunos locales temáticos, de artesanía y de distintos juguetes y nos fuimos directo al parque Yoyogui, que si bien estaba solo cruzando la calle caótica, la paz y el silencio cambiaban inmediatamente el ritmo y te invitaban a conectar con la naturaleza.

El parque es hermoso, esta rodeado de muchísimos arboles y en su interior se puede visitar el santuario Meiji, cuyo acceso esta anunciado por dos enormes totoris (estructuras de madera que indican que estas entrando a un espacio sagrado) y una pared de envases de sake con distintas inscripciones e imágenes típicas japos. Una vez adentro se puede recorrer el templo, que si bien es bonito, es menos espectacular que el que visitamos en Asakusa, pero en contexto, con la naturaleza y el silencio, es una invitación perfecta para salir de las atestadas calles del sector.

Y como si el caos hubiese sido poco, fuimos a Shibuya a ver el mítico cruce de montones de calles, donde nos recomendaron subir al Starbuks a ver como se ve el espectáculo de millones de personas cruzando en pasos peatonales hacia la derecha, izquierda y en diagonal, en una intersección que reúne seis o siete calles y millones de leds luminosos en muchos edificios que te hablan al mismo tiempo. Una locura total, que te hace pensar en lo freak que son los japos y en lo sobreestimulados que están, y sin embargo, siguen cuidando al mismo tiempo sus espacios de recogimiento y oración, en una extraña convivencia entre lo mundano y lo sagrado, como si todo fuera de lo mas natural.

En ese mismo lugar, en un rinconcito entre las miles de personas que entraban y salían del metro, nos encontramos con Hachiko, el mítico perrito que espero a su amo por mas de una década después de su muerte, al que reconocieron con una estatuilla en uno de los muchos cruces de Shibuya.

Y para terminar el día, nos fuimos a recorrer las calles llenas de avisos, imágenes, tiendas de anime, de discos, de juguetes y juegos electrónicos, y terminamos en un barcito tomándonos unas chelas. Fue en ese lugar donde por fin pudimos conversar un poco mas con un oriundo, porque el que parecía ser el administrador nos empezó a hablar en español y hasta nos trajo el mítico moai de pisco Capel, que nos hizo sentir un poquito mas en casa y muy agradecidos con la amabilidad del amigo local.


Al día siguiente despertamos con power para seguir recorriendo lo que nos indicaba nuestro super itinerario, uno de los destinos mas esperados del viaje, al menos para mi: el Daibutsu (Buda) de Kamakura.

Kamakura es una localidad que queda a una hora del centro de Tokyo y que tiene como gran atractivo un enorme Buda en el centro de un templo. El recorrido es genial, pero como siempre, todo estaba llenísimo de gente, que repletaba las estaciones del metro, el tren hacia Kamakura y todos los espacios del templo.

Pero a pesar de eso, la visita fue espectacular. El Buda, con su enorme proporción entremedio de la naturaleza, es realmente un imperdible. Estuvimos contemplándolo durante cerca de una hora, donde nos dimos espacio para relajarnos y bajar un poquito las revoluciones a full que te hace sentir este país.

Después de esta visita, fuimos hacia el templo dedicado a Kannon, un lugar realmente hermoso ubicado en un pequeño monte rodeado de arboles y naturaleza, donde quedamos impactados con la cantidad de esculturas en miniatura que rodeaban uno de los muchos lugares sagrados del templo.

Al volver a Tokyo buscamos un lugar donde almorzar y después de comer un rico menú de comida local, caminamos hacia la orilla del río Sumida para tomar un barquito que nos llevo a Odaiba, una isla artificial que reúne enormes centros comerciales y parques de juegos electrónicos, donde ademas se encuentra el enorme edificio de la TV nipona, que deleita a los visitantes con sus juegos de luces e imágenes de series animadas proyectadas en las paredes de la gigantesca construcción.

Si en la mañana fue mi momento de emoción al ver al gran Buda, ahora era el turno de Pato, quien no daba mas de la emoción de encontrarse cara a cara con el enorme Gundman (un robot de cerca de 20 metros) que levantaron los locos japos afuera de uno de los malls. Ahí nos quedamos viendo como hacían interactuar la historia del anime que proyectaban en una de las paredes con el enorme robot que movía su cabeza y ofrecía múltiples juegos de luces, deslumbrando a todos los japos y no tan japos que boquiabiertos miraban el espectáculo.

Sin duda, un día redondo a nivel espiritual y a nivel ñoñistico, lo que nos hace sentir que este país es perfecto para una pareja como nosotros. Sayonara!!!






2 comentarios:

  1. Que hermoso prima y emocionante! Gracia por escribir. Que sigan disfrutando la paz y locura!!

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    1. Muchas gracias primito me pone feliz de que te animes a leer nuestro blog! Besitos gigantes!!!

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